8 de diciembre de 2010

Adiós

    Las lejanas montañas eran testigo de mi gran pecado. El atardecer teñía todo de un rojo mórbido. Lejanos eran los días felices. Las imágenes difusas tras un velo de tiempo añejado me torturaban; un espejismo cruel. Sumergido en mi dolor, mis penas amargas; solo podía lamentar mi suerte; cómplice de un gran plan inesperado para perder todo lo importante. Las puertas del cielo se han cerrado y no dejan pasar a seres oscuros. Lamentablemente, ahora, no encontraré paz ni en el cielo, ni en la tierra. Solo las abrasantes llamas del infierno me esperan, un descanso para el gran sufrimiento; un respiro de tanto dolor. La culpa me carcome desde mi interior.
    Ella esta allí, a mis pies. La vida abandonó su cuerpo en el último suspiro. Sus ojos se repiten una y otra vez. No podré soportar mi pecado, no podré tolerar su mirada toda la eternidad. Es la representación de mi odio, de mi ira incontrolable. Ese instante donde todo se destruyó en mil pedazos. Puedo ver claramente cada uno de los fragmentos caer y perderse en diminutas perlas de sangre. Ella, con su mirada de desprecio y asombro. Mi incapacidad en su máxima expresión. Soy mi pecado, soy el pecado.
    No quiero caminar ningún camino sin ella, no puedo entender mi vida sin su presencia. Su aroma, su dulce voz; pero algo me impide dejar esta tierra en un acto de orgullo propio. El suicidio parece algo imposible de cometer. Las antiguas promesas de amor eterno, de necesitarla para vivir como el aire, eran solo mentira. Esa cizaña de raíces fuerte envenena todo el mundo, hasta mi más profundo sentimiento. El amor por ella, parece algo sucio. Antes era maravilloso vivir en la mentira del vinculo profundo, pero solo me siento sucio; desprotegido de tanta basura. No entiendo como algo tan hermoso puede convertirse en suciedad en un parpadear; solo para dejar un cadáver putrefacto, su vieja envoltura.
    Su cuerpo, ese cascarón vacío, no tiene el hermoso brillo en sus ojos. No quedan rastro de lo que era antes, sobras. La consecuencia de un acto despreciable. No puedo negarlo, me aborrezco. El dolor ataca profundo en mi negro corazón, una daga punzante formada por todo el odio excedente. Ella era hermosa, ahora solo es nada. Un envoltorio vació. ¿Dónde se escondió su sonrisa, sus bromas, su hermosa personalidad? ¿En que rincón se escondió? ¿Con que Dios nefasto fue a dar? No puedo creer en las fantasías de un mundo detrás de este. Promesas y nada más. La idea que hay algo detrás solo ayuda a mantener la esperanza de los pobres diablos sin fortuna. La pobreza, de esa manera, puede ser tolerada tranquilamente; sin sobresaltos. Tranquilidad para titiriteros. Es mentira, una sucia mentira. Cuentos de hada para que los niños puedan dormir bien. ¿Dónde está? ¿En mis recuerdos? ¿Y que pasará con ella cuando yo muera?
    Ella vive, se donde estáDetrás de todo, en el rincón más oscuro de mi ser. Ella vive en mi culpa; es mi pecado. La odio ¡Cómo la odio!

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