13 de junio de 2014

El anciano y el sol

-Al contemplar el cielo el sol me cegó. Un espíritu alcanza el conocimiento a un precio; pero el sacrificio puede ser caro. Nada es fácil, la verdadera sabiduría tiene un precio caro como la joya despreciada por los hambrientos. Muchacho, entiende bien, mi vida siempre me guió por los rincones oscuros para encontrar nada bueno.

El anciano sentado sobre una piedra, elevado; se bañaba en la cálida luz , a sus espaldas el infinito desierto sin fronteras. El errante contempló sus profundos ojos claros, un mar zafiro. Encontrarlo perdido, en la cueva oscura de la melancolía y rescatarlo de las cadenas oxidadas que lo aprisionaban parecía un pasado distante. Su voz era familiar, un recuerdo de la infancia, un arrullo de cuna; sus gestos, arrancaban recuerdos al olvido y su mirada destruía la ilusión para contemplar directamente el alma. El anciano cerró sus ojos, respiró profundamente para continuar.

-La vida es vida, solo vale tiempo. Nuestro tiempo lo es todo y lo malgastamos. Derecha o izquierda, solo son elecciones; ilusiones. La libertad es un espejismo, no existe tal situación. Puedes elegir, pueden avanzar; pero hacerlo requiere alejarse de otros caminos. El tiempo es precioso, pero aún más bello son lo camino no transitados y nunca por andar. No conocerán tus pies, no verán tu sombra y no contemplarán tu espalda al partir. El camino es el camino, el camino no es aquello que transitamos es aquello que no transitamos. Las elecciones en la vida, en el tiempo no tienen valor alguno; es aquello que no hacemos. Norte o sur ¿Acaso a las aves le importan las direcciones? Claro que importan, pero no importan. Son tan importante por el hecho de ir en esa dirección por necesidad, por cumplir un ciclo; pero solo lo hacen. El corazón de los hombre no es tan dócil; no permite ser domado con tal simpleza. Dichosas son las bestias sin conocimiento de su propia existencia, dichosos aquellos que viven la vida del cordero y más dichosos aquellos que destilan falsa seguridad. De ellos es el reino de los sin corazón y de ellos es la verdadera felicidad por que de ellos es la ilusión de conocerla.

-No es felicidad aquello que busca mi corazón, es mi corazón quien la busca desesperadamente. Es la rosa de cristal quien me espera en el desierto, la veo en sueños para perder al despertar. El sabor amargo me empuja a avanzar, sin sentido recorro y creo alcanzarla. Siempre confundo los caminos, siempre la mano del destino se ocupa de alejarla de mi. Espero volver a encontrarla como en otras oportunidades la encuentro.

-Eres tu quien decide alejarse, eres quien recorre tu camino. La rosa espera tu gentil mano, espera el contacto de quien llama en sueños. Es fácil saber lo que el corazón quiere, es como alcanzar las estrellas. Es fácil como saltar el mar interior de un paso o tan fácil como chasquear lo dedos. El conocimiento de tu propia existencia es el único mapa a descubrir, la máximas de las aventuras; solo cuesta dolor y dicha.
El anciano cerró sus ojos nuevamente, callado y quieto parecía una estatua. El errante contempló el sol, un momento la luz lo cegó. Refregó sus ojos, recobró la vista.

El anciano permanecía quieto, estoico; su cuerpo de granito descansaba sobre la roca, su piel resquebrajada por el tiempo. El errante continuó su camino, sin sentido y sin objetivo; tenía solo tiempo en su bolsillos que pensaba gastar.

Una lágrima calló a las arenas ardientes, una lágrima por los caminos sin recorrer y por quienes son tan estúpidos como para contemplar el sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario