14 de febrero de 2011

Doble singularidad única

“¿Ser o no ser?... ¡Ambos!”

Mirar y sentir. Sentir y sufrir. Un antiguo juramento a los dioses, injuriar al cielo protegido por el manto de la noche: “No volveré a vivir. Dejaré de ser humano. Caminaré el desierto para mirar. No tocaré, no sentiré. Hoy, he muerto”


He muerto y no quiero volver a la vida. En mi tumba, bien tapado, un epitafio sobre mi y rosas negras en mi lecho. Dormido, aletargado; muerto. No siento nada, soy solo un cadáver. Mi corazón no da señales de vida. Soy el muerto en vida, soy quien ha dejado a la humanidad. No quiero volver a caminar, no quiero ser parte de esto, no quiero seguir, solo detenerme y no ser. Existir en la inexistencia misma, esperar la muerte con la frente en alto. Cuando llegue diré: “Demasiado tarde. Hice tu trabajo”

Estoy muerto y quiero volver a la vida. En mi tumba, bien aprisionado, un lamento sobre mi y rosas rojas en mi lecho. Agitado, convulsionado; vivo. Siento, soy un prisionero. Mi corazón da señales de corrupción. Soy vida en muerte, soy quien ha dejado la humanidad. Quiero volver a caminar, quiero ser parte de ella, quiero seguir, acción y ser. Existir en el vértice mismo de la vida, renacer de la muerte con la frente en alto. Cuando llegue diré: “Demasiado tarde. Ahora no puedes alcanzarme”

Dualidad. Cara y ceca. Tormentas mentales en mar sereno.

¿Humano? No ¿Vivo? No ¿Muerto? No

"¿Quién querría llevar tan duras cargas, gemir y sudar bajo el peso de una vida afanosa, si no fuera por el temor de un algo, después de la muerte, esa ignorada región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno, temor que confunde nuestra voluntad y nos impulsa a soportar aquellos males que nos afligen, antes que lanzarnos a otros que desconocemos?”

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