Durante mucho tiempo he vivido perdido en el silencio, encerrado en la prisión de los prejuicios recreando en mi mente universos. Como un viejo marques, olvidado detrás de los barrotes imaginaba la historia perfecta para luego perderle en el olvido. La sensación era extraña cuando creaba ilusiones en mi mente. Podía sentir un escalosfrío en mi espalda al verlas sumergidas en el anonimato. Cuando sucedía no podía reconocer esa sensación, muchas veces mi respuesta se esconde detrase de confusos sentimientos y mi cuerpo experimenta una revolución. Es llamativo, muchas veces el cuerpo entiende mucho más que la mente; pero eso no va al caso.
Desde el día de hoy prometo regalar mis sueños, destinarlos al mundo. Siempre es preferible la libertad a la prisión. Tengo pánico sobre los pasos a seguir de ahora en adelante, pero durante mucho tiempo he estado parado en el umbral sin dar el paso indicado.
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